Un maestro oriental, cuando vio como un escorpión se estaba ahogando, decidió sacarlo del agua. Cuando lo hizo, el alacrán lo picó. Por la reacción al dolor, el maestro lo soltó, y el animal cayó al agua y de nuevo estaba ahogándose.
El maestro intentó sacarlo otra vez, y otra vez el escorpión lo picó.
Alguien que había observado todo, se acercó al maestro y le dijo: «Perdone… ¡pero usted es terco! ¿No entiende que cada vez que intente sacarlo del agua lo picará?».
El maestro respondió: «La naturaleza del escorpión es picar, y eso no va a cambiar la mía, que es ayudar». Y entonces, ayudándose de una hoja, el maestro sacó al animalito del agua y le salvó la vida.
No cambies tu naturaleza si alguien te hace daño; sólo toma precauciones. Algunos persiguen la felicidad… otros la crean.
Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos. —Lucas 6:35
Quizás en más de una ocasión ayudaste a alguien y te pareció que no fue agradecido contigo o que en otro momento necesitaste su ayuda y no te correspondió. Ese tipo de experiencias suelen desanimarnos, a veces, de seguir ayudando a quienes lo necesitan.
Pero como cristianos debemos aprender a ser bondadosos y estar siempre dispuestos a ayudar sin esperar nada a cambio. Jesús nos enseñó que debemos, no solo amar a nuestros enemigos, sino también a hacerles bien.
Hoy es un buen día para que comiences a ayudar a quienes te rodean, sin importar si te lo agradecen o te devuelven el favor. La recompensa verdadera, proviene de Dios.
Por Huellas Divinas