Cam, el padre de Canaán, vio a su padre desnudo y fue a contárselo a sus hermanos, que estaban afuera. —Génesis 9:22.
Un error puede marcar tu vida. Hay mucha gente que tiene una memoria de elefante para recordar cada uno de nuestros errores. Supongo que también sufrirán con su propia conciencia, martillándoles constantemente sus propias equivocaciones.
A veces. para nosotros mismos es difícil perdonarnos nuestro error. Lo recordamos constantemente, sin “ayudas extranjeras”.
Frente a esta realidad, quiero mostrarte un par de elementos que me parecen interesantes, importantes y (sinceramente) vitales.
Primero. Dios tiene una memoria diferente de la nuestra. Cuando él perdona, no queda dando vueltas sobre el asunto. No aprovecha cualquier momento de “debilidad” o ninguna discusión para recordarte tu error. Ese no es el perfil del Dios bíblico. Él lanza tus pecados a lo profundo del mar… y no es buzo para ir a buscarlos.
Segundo. A quien le encanta mojarse y practicar ese deporte es al enemigo de Dios; aquel que te acusa de día y de noche. Al mismo tiempo, cuando tu conciencia te “invita” a dar una vuelta por el fondo del océano, ya sabes que la idea no vino del Cielo.
Tercero. También es un juego del enemigo de Dios el hacerte pecar, y cuando arrepentido buscas el perdón divino (que siempre está a tu disposición), te comienza a “explicar” que esta es la decimoquinta vez que estás pidiendo perdón en la semana; que no puedes ser tan atrevido de volver ante la presencia de Dios, que es santo, para presentarle –una vez más– tu necesidad de perdón. Por si te habías olvidado, además de ser el enemigo de Dios, es el padre de toda mentira.
El Dios a quien amamos nos extiende su perdón constantemente, sin límites. Si nos arrepentimos, él nos perdona. Delante de él, si mostramos el más mínimo intento de buscarlo, no hay posibilidad de quedar “marcado” negativamente.
A Dios no le importa si tu pecado es nuevo o viejo, original o repetido, consciente o inconsciente.Solo le interesa saber si tú, como pecador, estás arrepentido o no. Es más, frente a tu debilidad, él te da fuerzas para arrepentirte de verdad.
Cam vio la desnudez de su padre. Tú y yo nos equivocamos, también. Agradécele a Dios por su inmenso poder de perdonar y olvidar.
Por Milton Betancor