Dios ha concedido especial sabiduría a toda mujer. Una sabiduría que no se encuentra en el conocimiento que tenemos, sino más bien, en el uso que le damos a aquello que sabemos.
La mujer prudente reconoce que Dios le ha dado la capacidad de compartir la tristeza del que sufre. Gracias a la sabiduría que posee es que una mujer sabe cómo acariciar a un niño, a una amiga, a un compañero… La mujer sabia reconoce que toda palabra conlleva una intención y por eso, cuando habla, sus palabras están llenas de prudencia.
La mujer sabia es del todo consciente de sus encantos femeninos, por eso es cautelosa a la hora de elegir el atuendo que se pondrá, así como su forma de caminar, de reír y de hablar. Una mujer recatada entiende que la sencillez no es sinónimo de falta de gusto, y por eso en todo momento actúa en forma refinada, educada y elegante. Ella tiene el porte de una hija de Dios, y no se deja seducir por vanas adulaciones, especialmente si vienen de parte de los hombres. Esa mujer es también cuidadosa cuando ofrece consejos y expresa sus puntos de vista.
Ella sabe que la pereza es una de las estrategias favoritas de Satanás, por eso procura estar siempre activa y ocupada en obras que aporten el bien a su vida y a la de sus prójimos. Se reconoce a sí misma como modelo para quienes la observan y para sus hijos; por esta razón se esfuerza por ser un ejemplo positivo que ayude a edificar la vida de los demás. Es fiel a sus deberes, porque sabe que su constancia garantiza el bienestar de los que la rodean.
La constancia debe llevar a feliz término la obra, para que sean perfectos e íntegros, sin que les falte nada. Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie. Santiago 1:4-5
Amiga, por todo lo anterior y por mucho más, te animo a caminar por la senda de la sabiduría, mientras vas tomada de la mano de Dios. Debes ser consciente de antemano de que, si careces de sabiduría, puedes solicitarla al Señor, quien de acuerdo con la promesa bíblica, te la proveerá abundantemente
Busquemos la sabiduría divina, ¡la única que llevaremos al cielo!
Por Erna Alvarado («Aliento para cada día»)