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Cuando los vientos golpean

La pequeña barquilla de pesca quedó varada en la playa. Los recios vientos del norte la habían hecho zozobrar, a pesar de que apenas unas pocas horas antes flotaba apacible en el muelle, sujeta por media de una delgada cuerda. Una tormenta inesperada vino a trastornar la tranquilidad del lugar con resultados realmente devastadores. Otros botes apenas sintieron la tormenta, ya que estaban firmemente amarrados al muelle.

Algo parecido sucede en las vidas de algunas personas cuando llegan las tormentas de la vida. La paz huye del corazón y cede el paso a la intranquilidad y a la preocupación. Es posible también que la fe del creyente se debilite, y que esto lo lleve a pensar que Dios lo ha abandonado.

Él se levantó y reprendió al viento y a las olas; la tormenta se apaciguó y todo quedó tranquilo. —Lucas 8: 24

En el gran océano de la vida, hay días de apacible calma, aunque también hay días de vientos huracanados. Las circunstancias inesperadas podrían ser financieras, familiares o de salud, y quizá nos hagan creer que probablemente nos hundiremos. Sin embargo, debemos tener la seguridad de que, Aquel que reprendió al viento y apaciguó las olas, aún sigue con nosotros dispuesto a darnos salvación.

Cuando vengan las tormentas de la vida, recuerda:

Dios tiene poder para calmar la tempestad. Él se levantó, reprendió al viento y ordenó al mar: «¡Silencio! ¡Cálmate El viento se calmó y todo quedó completamente tranquilo. (Mar. 4: 39).

Confía en el Señor, porque su promesa es: Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te cubrirán sus aguas; cuando camines por el fuego, no te quemarás ni te abrasarán las llamas. (Isa. 43: 2).

La tormenta en algún momento terminará. Dios es Fiel, y no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que puedan aguantar. Mas bien, cuando llegue la tentación, el les dará también una salida a fin de que puedan resistir (1 Cor. 10: 13).

Mi querida amiga, Si hoy estas en medio de una tormenta, ¡vamos, anímate! Recuerda que el Señor está contigo aunque no puedas verlo ni sentir el toque de su mano cariñosa que dirige tu vida.

Por Erna Alvarado

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