Un grupo de turistas que se encontraba en la región montañosa de Escocia, querían apoderarse de algunos huevos de águila real que estaban en un nido situado en un lugar inaccesible frente a un precipicio. Trataron de convencer a un niño que vivía por allí cerca de que podía bajar hasta donde estaba el nido si le ataban a una soga, que sería sostenida por ellos desde arriba. Le ofrecieron una buena cantidad de dinero, pero el muchacho se negó. Le dijeron que no le pasaría nada, pues ellos sostendrían firmemente la soga. Por fin el muchacho accedió a bajar, pero con una condición: que fuera su padre quien sostuviera la soga.
» Yo y el Padre uno somos.» Juan 10:30
El niño de la historia sabía que se expondría a una situación de peligro y solo podía confiar en una persona que no le fallaría y por amor no permitiría que le pasara nada. Él sabía claramente que su padre era la persona idónea para sostener la soga y así bajar a realizar el riesgoso trabajo.
En la Biblia encontramos una muestra del más genuino amor entre hijo y padre, el de Jesús con él Padre Celestial, en cada pasaje bíblico de los evangelios podemos leer cómo Jesús hablaba de su Padre, eran expresiones de amor, respeto y confianza, llegando al punto de decir “Yo y el Padre uno somos”.
Podemos tomar este vínculo de amor como ejemplo y comparar la relación que tenemos con nuestro padre, podemos preguntarnos: ¿existirá realmente ese amor de hijo a padre? O se ha perdido y vemos a la figura paterna solo como el sostén económico dentro del hogar, al cual recurrimos cuando tenemos necesidad, dejando de lado el verdadero amor y la confianza que debe existir.
Puede ser que por la rutina diaria y el ambiente que nos rodea hemos perdido ese verdadero amor, pero hoy es un buen momento para que te acerques a tu padre y le expreses cuanto le amas, dejando de lado rencores del pasado, si los hay, y vivir en un ambiente de amor y confianza así como Jesús nos demostró.
Si eres papá, procura ser la persona de mayor confianza para tus hijos, que puedan tener la seguridad de acercarse a ti y sentirse protegidos y amados.
Y si no tienes un padre terrenal a tu lado, no olvides que Dios es Padre de todos nosotros y es esencial que cultivemos, cada día, un lazo de amor y confianza con él, pues nos ha prometido que aunque padre y madre nos abandonara, con todo él nos recogerá y nos protegerá.
Por Huellas Divinas