¿Por qué murió Jesús? Él no fue un loco suicida, que había perdido las ganas de vivir; tampoco era un revolucionario social, que pagó el precio osado de sus ideas. No fue un delincuente, condenado por sus delitos. Todo lo que había hecho, mientras vivió en la tierra, fue en favor del ser humano. Entonces, ¿por qué lo crucificaron?
Cuando, aquella tarde, la multitud gritó: «¡Sea crucificado!», no estaba haciendo otra cosa sino cumplir el plan trazado desde antes de la fundación del mundo: Jesús tendría que morir; el justo tendría que entregar su vida por los injustos. Era la única manera de salvar al pecador.
El hombre había caído, y estaba condenado a la muerte. No se trataba solo de la muerte eterna: la vida, en esta tierra, sería, para él, un permanente morir cada día, lentamente, de a poco… Pero, Jesús nos amó tanto que dejó todo en el Reino de los cielos, y vino a sufrir la muerte que nosotros merecíamos.
Pasarán los siglos, y la eternidad no será suficiente para entender la inmensidad del amor de Dios. ¿Por qué tendrías que vivir, entonces, cargando el peso de la culpa o pensando que no tienes el derecho de ser feliz? El precio de tu delito ya fue pagado; tus pecados ya han sido perdonados. Todo lo que falta es que digas qué harás con Jesús, llamado el Cristo.
Pilato les dijo: ¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: ¡Sea crucificado! —Mateo 27:22.
Pilato preguntó al pueblo lo que él haría con Jesús. ¿Por qué necesitaba preguntar? Nadie te puede decir lo que harás con el Maestro; eres la única persona que puede responder a esta pregunta. ¿Qué harás con su sacrificio? ¿Habrá valido la pena que él muriera por ti?
Es lamentable que, muchas veces, tenemos miedo de asumir la responsabilidad de una respuesta; preferimos que otros decidan. Pero, cuando se trata de la vida espiritual, nadie puede responder por ti. Jesús ocupó tu lugar en la cruz, a fin de que tú no le dieses el lugar de tu responsabilidad a nadie. La respuesta es solo tuya, y de eso depende tu destino eterno.
Hoy es un nuevo día en tu vida. Podrá haber sombras, o tempestad o truenos, pero es un nuevo día; un día para decidir. Decidir es vivir; o morir: depende de lo que harás tú con el sacrificio de Jesús en la cruz del Calvario.
Sal con este pensamiento, recordando que «Pilato les dijo: ¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos le dijeron: ¡Sea crucificado!»
Por Alejandro Bullón