Hace más de sesenta años una mujer de mediana edad entró a la clínica del famoso neurólogo Kurt Goldstein buscando ayuda. La mujer conversaba con fluidez y no había nada en su apariencia o comportamiento que indicara que tuviera algún problema de salud.
Sin embargo, se quejaba de un padecimiento realmente extraordinario: de vez en cuando su mano izquierda se precipitaba hacia su garganta y trataba de estrangularla. A menudo estos ataques repentinos eran tan difíciles de controlar que la mujer tenía que dominar la mano asesina con su mano derecha y retirarla hacia su costado.
De hecho, en ciertas ocasiones, la pobre mujer tenía que sentarse sobre su mano izquierda para evitar otra embestida violenta.
La mujer no estaba loca. Su médico anterior la había enviado a varios psiquiatras en busca de una solución, pero ellos se dieron cuenta de que el problema no era un trastorno mental, psicosis o histeria.
Después de examinarla, el doctor Goldstein llegó a la conclusión de que la mujer debía haber sufrido una embolia que había dañado el cuerpo calloso. Este es un tejido nervioso muy importante que coordina la comunicación» entre ambos hemisferios del cerebro.
Goldstein sospechó que deberían existir en el hemisferio derecho del cerebro de esta mujer algunas tendencias suicidas latentes que habían sido inhibidas exitosamente por el hemisferio izquierdo. Pero la embolia había dañado la comunicación entre ambos hemisferios y ahora el hemisferio derecho había quedado libre para llevar a cabo sus intenciones siniestras.
Poco después la mujer murió repentinamente, probablemente por una segunda embolia (por cierto, no se estranguló a sí misma). La autopsia confirmó las sospechas del doctor Goldstein. Antes de que se iniciara el extraño comportamiento de la mano izquierda, esta mujer había sufrido una embolia masiva que había dañado el cuerpo calloso.
Y si tu mano derecha te hace pecar, córtatela y arrójala. Más te vale perder una sola parte de tu cuerpo, y no que todo él vaya al infierno. Mateo 5: 30
Si te analizas con cuidado encontrarás que muchas veces los miembros de nuestro cuerpo amenazan nuestra propia vida. Sansón fue traicionado por sus propios ojos. David fue vencido por sus propios impulsos sensuales.
De acuerdo con el sabio Salomón, la lengua es el enemigo mortal del necio. Por eso, de forma figurada, Jesús indicó que era necesario cortar el miembro rebelde si hemos de sobrevivir. Además, es necesario restaurar nuestra comunicación con Dios si queremos restaurar el control de nuestros miembros.
¿Hay algún miembro de tu cuerpo que hoy debas dominar? Puedes hacerlo con la ayuda de Dios.
Félix H. Cortez («¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes»)