En 2005 nos mudamos de nuestra hermosa casa a una más pequeña, porque se me estaba haciendo difícil cuidar de ella y del jardín. Dos meses después de mudarnos me diagnosticaron cáncer de colon, y me hicieron una hemicolectomía (la extirpación de la mitad del colon); luego, siguieron 6 meses de quimioterapia. Estoy feliz de poder contar que después de 18 meses, la colonoscopía reveló que ya no había más cáncer.

Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído  —Isaías 65:24

Me regocijaba en esto, y le agradecía a Dios por su cuidado y protección. Entonces, recibí el siguiente golpe: me había caído dos veces cuando paseaba con mi familia y mis amigos, pero cuando me volví a caer al pasar por el estacionamiento del hospital local, después de visitar a un amigo, sentí que algo no estaba bien. Volví a ver al médico de la familia. Mientras hablaba con él, miró los apuntes que yo había hecho, y se dio cuenta de que mi escritura era extremadamente pequeña y prácticamente ilegible.

Me dijo: «Ruth, creo que puedes tener mal de Parkinson. Quiero que veas al neurólogo». El neurólogo confirmó que probablemente tenía uno de los síntomas del Parkinson.

Uno de los días después del anuncio, sentía pena por mí misma, y oré: Querido Dios, por favor, que uno de mis amigos de la iglesia me llame por teléfono para darme ánimo. No había terminado de orar cuando sonó el teléfono. Contesté emocionada, pero no era uno de mis amigos de la iglesia, sino mi vecina, una viuda de 90 años. Me dijo: «Tengo algo para ti, ¿puedo llevártelo?»

Momentos más tarde se encontraba a mi puerta, con un hermoso ramo de flores. Me encantan las flores de primavera, y estas eran especialmente hermosas. Le dije que ella era una respuesta ami oración. Sonrió y me abrazó. Desde entonces, vino repetidas veces a traerme ramos de felicidad. Dios debió haber tenido todo preparado, incluso antes de que yo orara, así que pude comprobar nuevamente la verdad del texto: «Antes que clamen, responderé yo».

Sí, Dios todavía es bueno, y todavía cuida de mí y de mi familia. Sé que debo confiar más en él y dejar el futuro en sus manos.

Ruth Lennox («Mi Refugio»)

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