Se cuenta la historia de un rico propietario de una plantación y su siervo, Amos.

El Sr. Stafford era aficionado a la caza. A menudo llevaba a Amos con él para que recobrara los patos después de haberlos abatido. El Sr. Stafford no conocía a Dios. Pero Amos era un cristiano entregado que oraba cada día y cantaba himnos mientras trabajaba. Siempre que tenía la oportunidad, el Sr. Stafford se burlaba de la fe de Amos. Y esa mañana no era distinta a las otras.

—No sé por qué lees la Biblia y crees toda esa palabrería religiosa —dijo el Sr. Staflord mientras flotaban en el bote de remos—. ¿Qué provecho sacas? No creo en Dios y soy el hombre más rico del condado. Tú, en cambio, eres cristiano y no tienes nada.

—Es verdad, Sr. Stafford. Pero tengo a Dios que cuida de mí —respondió Amos.

—¿Qué Dios hace eso? —inquirió el Sr. Stafford. Amos se limitó a sonreír. El Sr. Stafford continuó.

—Y otra cosa. Te quejas por el modo en que el diablo siempre te pone a prueba. En cambio, a mí, nunca me molesta. Explícame eso. Amos remó y acercó el bote a la orilla.

—Cuando usted sale a cazar patos, Sr. Stafford, ¿cuáles me pide que recupere primero los que están heridos o los que están muertos?

—Anda, los que están heridos, claro. Todavía pueden levantar el vuelo.

—Pues lo mismo sucede con usted y yo, Sr. Stafford. El diablo me persigue porque sabe que yo todavía puedo levantar el vuelo. Usted es un pato muerto. Ya no tiene que preocuparse por si se va o no.

El Señor se aleja de los malvados, pero atiende a la oración de los justos. Proverbios 15: 29

Tomado de: ”El Viaje Increíble” (Renee Coffee)

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